Aunque voy escribiendo unas horas cada día, creo que nunca acabaré esta novela. Por mucha ilusión que me haga, necesito trabajar en algo que me de ingresos cada mes. Incluso este viejo portátil que me dieron de segunda mano y sin esperanzas de durar más que unos meses más, al que ya no se le puede llamar tal porque está en una especie de UCI, enchufado por un montón de cables que lo mantienen con vida, un buen día me dirá: "Hasta aquí he llegado, colega", y en ese momento si quiero escribir tendré que seguir del modo tradicional, o sea, boli y papel.
Nunca había tenido tantos meses libres para hacer esto, escribir, ya que cuando trabajaba llegaba a casa tan cansada que no era capaz más que de tirarme en el sofá a descansar las piernas y mentalizarme de que tenía que levantarme y hacer todo lo que había en la lista antes de volver al ataque...
Y el momento de volver a la carga se acerca nuevamente. ¡Por suerte! Sería peor verme sin esa ventanita de esperanza de un trabajo a la vista, aunque cada año que pasa las condiciones son peores, las exigencias más duras, los horarios más largos y el sueldo más bajo. Pero no digo nada que no sepa todo el mundo, tanto los que se encuentran en mi situación, como los que están aún peor, o los que nos contemplan desde más arriba quejándose sin pensar en los de abajo.
Bueno, hoy tengo un mal día. Para los parados también a veces es lunes... aunque sean al sol.
Este es un diario que llevo escribiendo desde hace años. En él, mis historias reales se mezclan con relatos ficticios, con pequeñas confesiones de mi vida, con algunas lecturas, y espero que la gente que lo lea lo disfrute, me pregunte, lo comparta, y me anime a deshacerme de complejos y temores que publico entre líneas cuando lo que desearía es gritar al viento, lo bueno, y también lo malo.
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